En medio de una grave crisis económica, política y social en Venezuela, que se ha profundizado con la escasez de gasolina, los liderazgos políticos parecen cada vez más divorciados de la realidad y los problemas que sufren día a día los ciudadanos.
Por un lado, Nicolás Maduro habla de buenas sorpresas en diciembre con luminosas decoraciones navideñas, mientras que, por el otro, Juan Guaidó se enfoca en una cuestionada consulta popular para alargar el mandato de la Asamblea Nacional, a través de una participación online a pesar de los inconvenientes que tienen los venezolanos para conectarse a través de Internet.
Daniel Fermín, sociólogo, magister en ciencias políticas y doctorado en Política e Historia, explica que esa política confrontacional responde a la polarización extrema que vive Venezuela. Esa polarización política hace que ambos grupos, el de Maduro y Guaidó, se atrincheren en sus propias posturas y la enmarquen en una lucha existencial que parte del todo o nada. En su empeño por ganarle al otro, pierde Venezuela, advierte.
Se ponen los problemas de los políticos por encima de la gente. Estamos ante dos élites que son incapaces de hacer una tregua por los venezolanos. La gente está harta de la peleadera y quieren soluciones, asegura.
Definitivamente la política confrontacional le hace mucho daño a la democracia y está divorciada de los problemas de la gente. El gobierno insistiendo en maquillar la crisis y un sector de la población, liderado por Guaidó, que insiste en agravar la crisis para buscar una supuesta implosión social que lo que está haciendo es que los venezolanos desestimen esas dos opciones. Si esto sigue así los venezolanos creerán cada vez menos en su clase política. Los políticos tienen que volver a la gente, afirma Fermín.
Destaca que para Maduro el intento es decretar o simular una normalidad en el país que todos sabemos está mal trecha por la crisis y la pandemia.
Es normal que el gobierno trate de impulsar una idea de disfrutar y eso puede tener una resonancia con la gente que está harta de los conflictos, pero su capacidad de alcance también es limitada porque la normalidad no se decreta. Desde los estrenos al menú navideño, todo es muy difícil para que los venezolanos podamos tener unas navidades normales, puntualiza.
En el caso de Guaidó, esa consulta busca darle un barniz de legitimidad a una popularidad que está erosionada. Basta recordar hace dos años el fervor por Guaidó y lo que es hoy. En un año perdió más de 30 diputados y apoyos políticos, acota.
Ambas élites están subestimando la acción política de otros actores no solo en lo electoral, sino quienes están participando día a día en las comunidades: gremios, sindicatos y partidos políticos que están ofreciendo una ruta, refiere.
Fermín concluye que los bandos dominantes viven de una ficción en las que creen que el otro no existirá al día siguiente. El pueblo queda como actor de reparto viendo qué va a pasar y hay una gran falla para el desempeño democrático, indica.
Para el director de la encuestadora Hercon Consultores, Marcos Hernández López, es evidente que las diferentes narrativas de los máximos voceros del gobierno se apoyan en la psicología inversa y secuestro emocional, que solo modela un cinismo irritante.
Son muchos los chistes de mal gusto sobre el tema alimentario, económico, social que hacen los funcionarios y líderes políticos del gobierno y solamente lo que consiguen es el repudio casi unánime del pueblo venezolano, refiere.
Señala que en los próximos meses se verá a un Nicolás Maduro más atrincherado en Miraflores, gritando a los cuatro vientos que ha recuperado la Asamblea Nacional con el voto popular.
Hernández López destaca que su divorcio de la crítica situación del ciudadano de a pie lo coloca en los peores niveles de popularidad. Sus niveles de popularidad se mueven en menos de 16%. Nuestros estudios de opinión nacional revelan datos en negativo para el liderazgo de Maduro. Revela que cuatro de cada cinco venezolanos no lo toleran o se burlan de su incapacidad.