La mesa de Barbados no es una distracción, tampoco una estrategia para ganar tiempo. Nada de eso. Existe esta vez -y después de muchos años e intentos- el compromiso de llegar a acuerdos concretos con una metodología establecida (que nunca antes la hubo), con un equipo de mediación integrado por profesionales en el arte de la negociación y, sobre todo, con el apoyo explícito e implícito, en ciertos casos, de la comunidad internacional. La tarea es no levantarse hasta que se defina un cronograma electoral.
La clave para poder llegar a un compromiso -que aún está muy lejos de concretarse- fue la insistencia del gobierno de Noruega de invitar a las partes a un entendimiento para lograr superar la grave crisis que enfrenta Venezuela. De allí que esta tercera cita ha sido la más organizada y con una agenda estricta, en la que se separan aspectos que pueden contaminar la discusión. No todos los puntos se discuten el mismo día. Los más escabrosos y difíciles para una parte se dejan para más adelante, señaló una fuente que prefirió mantenerse bajo resguardo.
Hay muchas diferencias en esta nueva estrategia, a la que se ha llegado contando con el total apoyo del sector militar. Hay profunda desconfianza entre ambas partes, pero la metodología de trabajo impuesta por los facilitadores ha contribuido.
Incluso, la incorporación del canciller Jorge Arreaza, pese a todas las reacciones adversas que hubo al principio, ha generado un clima distinto por su posición abierta a discutir y llegar a un acuerdo. Es así como la salida del concilio de Delcy Rodríguez ha hecho que las conversaciones fluyan más, reveló una fuente ligada al sector diplomático.
Dag Nylander, quien preside el equipo de mediación de Noruega, ha logrado la confianza de los sectores representados en la mesa. El apoyo de la comunidad internacional le fortalece a Noruega en este intento. Si bien los países de América Latina se han mostrado abiertos a esta iniciativa, ha habido naciones que en un principio se pensó que se mantendrían al margen, pero no ha sido así. Tales son los casos de Rusia y China que apoyan una solución.
Estados Unidos no se ha involucrado, pero se mantiene observando atentamente. El gobierno de Donald Trump, sobre todo, tiene una pieza de negociación muy valiosa: las sanciones individuales y generales.
¿Qué se discute? La posibilidad de definir un cronograma de elecciones presidenciales con un nuevo Consejo Nacional Electoral, nombrado por la Asamblea Nacional. A esta regresarían a ocupar sus curules los diputados del oficialismo. Pero no se trata del nombramiento de los rectores principales nada más; serían designados también nuevos suplentes e incluso la renovación de todo el tren gerencial de la institución.
Si Nicolás Maduro se presenta a las elecciones o no es un punto que no se ha discutido y no se hará todavía. Son muchos pequeños acuerdos que deben ser tratados en las próximas semanas. Maduro cree que puede ganar las elecciones o lo podría hacer uno de sus representantes, porque confía en que la oposición eventualmente se dividirá, señala una fuente oficialista cuando se le pregunta al respecto.