Moral, Capitalismo y Desigualdad

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    La moral sobrevive y avanza en una de las batallas cruciales de la civilización de estos tiempos. Su éxito es, paradójicamente, su debilitamiento ante el pragmatismo en un mundo que ha experimentado la lucha por resultados y que hoy padece de la deshumanización de la economía, la política y el poder en todas sus facetas.

    Para tomar conciencia, basta leer el diccionario de la Real Academia de Lengua Española que define este adjetivo como ¨Perteneciente o relativo a las acciones de las personas, desde el punto de vista de su obrar en relación con el bien o el mal y en función de su vida individual y, sobre todo, colectiva¨

    Hace pocos días, el ilustrado intelectual Moisés Naím se refirió a un tema de suyo apasionante: el futuro del capitalismo. Y al abordarlo, coincidía con otros destacados analistas, al plantear como centro de polémica la moralidad del capital y los resultados que de esa apreciación se derivan.

    El capitalismo, al igual que muchas otras facetas de la vida de hoy, ha crecido en busca de resultados. Se han fortalecido los grandes capitales pero campea la desigualdad en muchos campos.

    Sin duda, es tiempo para reflexionar sobe el tema, pues cuando el destino de la humanidad quede supeditado a la economía, será tiempo de choque entre quienes tienen mucho y quienes padecen de mayores privaciones. Será el momento de los conflictos finales, los cuales derivarán en convulsiones sociales y mucho daño colateral, pues quienes más tienen se defenderán de los desposeídos, dicho esto en el mejor sentido figurado.

    Volviendo a lo real, la humanidad está consciente del riesgo de vivir en un mundo donde la moral sea un complemento y no un rector. En tanto el bien y su ejercicio en función colectiva sea un aspecto a revisar luego de los hechos, éstos serán susceptibles a cuestionamiento y medidas de corrección, no siempre de manera amigable. Así se observa en la gestión de la sociedad ante el mundo, en el ejercicio cotidiano de la ley, la política y hasta la prensa. Así se ve afectado el mercado, la educación y la gestión del poder.

    Sin anteponer la moral a la práctica social, las consecuencias deshumanizantes tendrán un resultado catastrófico. Los efectos del desplazamiento a segundo término de la moral se medirán en el crecimiento de las desigualdades, como cita Naím ante la previsión del futuro del capitalismo.

    Y digo: no solo el capitalismo está en riesgo, sino muchos otros sistemas de la sociedad. Dejar por un lado el concepto, el sentido y la búsqueda del bien como objetivo principal de la humanidad es un riesgo demasiado alto como para no tomarlo en cuenta.

    Busquemos siempre que lo moral rija lo práctico. Hagamos que la búsqueda del bien sea el centro de nuestro actuar. Así en lo económico como en lo político. Así en lo individual como en lo colectivo. Así en lo público como en lo íntimo.

    Pensémoslo, hasta la próxima