Músicos venezolanos en Argentina se unen para enseñar durante pandemia

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Se formaron en el sistema nacional de orquestas venezolano, emigraron al sur del continente y desde hace cuatro años se unieron para crear la orquesta sinfónica Latin Vox Machine. Ahora, durante la pandemia, la idea de conformar una academia digital donde podrán generar ingresos y compartir sus conocimientos se vuelve realidad.

“Venimos de Venezuela, sabemos lo que es recibir golpes y una pandemia es fuerte, pero además de saber recibir golpes, sabemos aprovechar las crisis para generar oportunidades y es lo que estamos haciendo. No queremos llorar en el valle, queremos trabajar y el espíritu que tiene esta organización es el de querer trabajar de manera genuina con unos valores muy infundados y crear una comunidad sana, respetable. Más allá de buscar una excelencia musical, está buscar la excelencia ciudadana, que es el objetivo final de este proyecto”, dice Omar Zambrano, fundador de Latin Vox Machine y Latin Vox Academy.

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Detalla que la idea de crear una academia “siempre se tuvo en mente, pero en la condición de inmigrantes y recién llegados a un país era más favorable comenzar desde lo artístico para hacernos ver y en este momento es la fase correcta y propicia para transmitir el conocimiento”.

La orquesta Latin Vox Machine se creó en 2017 en Argentina y está integrada en su mayoría por músicos venezolanos migrantes, desplazados o refugiados, aunque al poco tiempo de fundada se integraron personas de Chile, Colombia, Argentina, Paraguay, Ecuador, Bolivia, Uruguay, Perú y Siria. La iniciativa, como era de esperarse, “entró por el oído” cuando Omar Zambrano escuchó el sonido de un corno francés en una estación de metro de Buenos Aires y se conmovió al ver que el intérprete era venezolano.

Las consecuencias actuales de la COVID-19 jugaron un rol importante en la creación de Latin Vox Academy. Aunque estaba la idea, al ser un equipo de producción pequeño, como explica su fundador, y tener muchas actividades artísticas en la agenda, “no había tiempo para abordarlo, pero cuando llega la pandemia y la actividad orquestal cae al piso empezamos a reconsiderarlo y a comentarlo con instituciones a las que les pareció una idea fantástica y nos dieron apoyo para hacerla realidad”.

Las organizaciones a las que Zambrano hace referencia son el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Según las obligaciones con ambos organismos, “tenemos planteado lanzarla en septiembre”, detalla el director ejecutivo. 

El proceso

Aunque los alumnos de Latin Vox Academy pueden ser de cualquier parte del mundo, los profesores están en Buenos Aires, Argentina y son los integrantes de la orquesta. El fundador del proyecto señala que se hizo una selección inicial de 10 maestros para la primera fase y todos han recibido entrenamiento. 

“Tenemos tres meses adiestrando a los profesores para que sea una academia diferente a las demás. La idea es que el alumno que solicite estos cursos no solamente pueda ver clases de un instrumento en particular, sino también de otras habilidades necesarias. Por ejemplo, no solo pueda tocar violín, sino también editar sus videos de redes sociales y saber de marketing para que no sean solo ejecutantes, sino productores de su propia música. Además, es multiplicar productores artísticos y musicales para que cada uno tenga las competencias necesarias para insertarse en la tan demandada industria musical y vivir de ella de la manera más correcta y con las herramientas necesarias”, explica Zambrano, al enfatizar que los costos de los cursos son variados y hay paquetes que se adaptan a distintas disciplinas.

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Armando Medina – Foto: Luis Mogollón 

Para Armando Medina, de 32 años de edad y quien llegó a Argentina hace dos años y medio, ha sido un reto porque “de todos los profesores, soy el que menos experiencia tiene con alumnos”. “Siempre fui preparador de orquestas infantiles en Venezuela y ayudaba a mis amigos con consejos, pero ser profesor de una academia es algo que requiere mucha disciplina y orden. En el caso de la Latin Vox Academy, además de ello, debemos estar en la vanguardia de la creación de contenido y dominar las herramientas de producción audiovisual actuales”, afirma.

La decisión de emigrar “me parece que fue difícil al aventurarme a lo desconocido, pero al hacer un poco de introspección, es algo que sabía, desde hace por lo menos 12 años, que tarde o temprano me tocaría hacer. Ahora, al estar establecido, aunque todavía viviendo nuevas experiencias, sé que fue la decisión más acertada”, asegura. 

Medina pertenece a la orquesta Latin Vox Machine desde marzo de 2018, a la cual prácticamente inscribió su audición en el camino de ida a Argentina, y en la actualidad es uno de los profesores de esta academia.

“Ser profesor de la academia es un privilegio porque estoy rodeado de maestros talentosísimos, abnegados y que no tienen miedo a hacer algo diferente y del más alto nivel cueste lo que cueste”, señala. Entre risas dice que por ellos decidió formar parte del equipo “para ver si se me pega algo, y también es una increíble oportunidad para crecer y transmitir el conocimiento que me enseñaron a mí”.

Él es el concertino de la orquesta y piensa como músico, tanto que “a cada persona que conozco le tengo una música y también a cada momento y lugar vivido”. “Yo no vengo de una familia de músicos profesionales ni nunca se escuchó en mi casa la llamada música clásica. Mi papá es un Abbalover de toda la vida y también le encanta Phil Collins y Bee Gees, mientras que mis hermanas, una siempre está con su salsa de los 90 y la otra con su Pop MTV de los 2000. Fue con lo que crecí. Sin embargo, el día de mi primera clase de violín a los 8 años pude tocar el ´Himno a la alegría´ de Beethoven decentemente afinado, sin tener casi conocimientos del instrumento”.

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Foto de María Andreyna Chávez, por: Nelson Dudier

Hay otros profesores de la academia cuya experiencia en formación es amplia, como es el caso de María Andreyna Chávez, quien desde 2014 daba clases en el sistema de orquestas venezolano cuando aún estaba en la universidad, y al llegar a Argentina en 2018 ha continuado con la labor de enseñar. “La enseñanza ha sido uno de los grandes caminos que me ha tocado explorar, donde la luz que quieres transmitir y compartir no se apaga, sino que se extiende y se potencia, donde lo que das regresa a ti con gran fuerza, donde se aprende y se construye en conjunto”, dice.

“Llegué a Argentina en febrero de 2018 y creo que ya el simple hecho de emigrar es un poco difícil, sea por decisión propia o porque sí o sí debes dejar tus raíces y familiares lo hace duro, pero el ser músico y el camino que empezó a abrirse por lo musical lo hizo más llevadero”, asegura.

La violinista de 26 años de edad conocía el proyecto antes de llegar a Buenos Aires. “Supe de las audiciones por Internet y envié mi solicitud en 2017. Fui aceptada y al llegar acá fue una de las primeras visitas. Ahora, formar parte de esta academia me llena de orgullo y de grandes responsabilidades para dar un poco de lo que nos han otorgado. Aposté a este proyecto antes de conocer quiénes estaban detrás de él y ahora conociéndolos y viendo el trabajo sigo apostando y creyendo, porque la música es el camino y el fin”.

Afirma que la preparación de los profesores de la academia “ha sido increíble y constante, nutriendo cada aspecto que debe tener un profesor, tanto en lo vocacional y pedagógico, como en las áreas tecnológicas que hoy en día ya nos vemos envueltos”. “Todos hemos aprendido de todos, sumando experiencias y conocimientos para crecer a la par y dar la mejor calidad”, añade.

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Foto de Israel Portillo por: Nelson Dudier

Israel Portillo, profesor de la academia, miembro fundador de la orquesta sinfónica Latin Vox Machine desde su creación en noviembre de 2017 y el solista de Fantasía Criolla, pieza actualmente nominada a Mejor Video Clásico del Año en los premios Pepsi Music Venezuela, detalla que “es un sueño que fuimos construyendo desde el principio, haciendo contactos, formando músicos oriundos del país y, a su vez, también extranjeros”. “Nos dimos a la tarea de desarrollar el proyecto de la mano de instituciones amigas para lograr generar trabajo y educación”, indica.

Para el violista de 29 años de edad, la música es “la expresión de arte más directa y hermosa, y claramente el lenguaje universal”. Tiene 12 años de experiencia en dar clases en el área musical, ejecución y música de cámara. Los ha ejercido en el sistema de orquestas venezolano y también por cuenta propia, al dar clases particulares, que continuó desde que llegó a Argentina hasta la actualidad con la materialización del proyecto.

Emigrar “fue una dura prueba, pero cuando llegué, me adapté lentamente a esta hermosa cultura, muy amena con los inmigrantes”, señala Portillo, quien no tarda en mostrar que está al tanto de las dificultades de los migrantes para generar recursos en meses de cuarentena.

“Lo que espero de esta experiencia es lograr el objetivo principal, que es la generación de trabajo para que aquellos inmigrantes profesionales en el área de la música que no tenían trabajos estables puedan desarrollarse de una manera bastante independiente, profesional y de la mano de una institución como Latin Vox Machine, además de darle la posibilidad a aquellas personas que tienen dudas o miedo de acercarse a las artes”, comenta.

Omar Zambrano explica que la misión de la academia es “replicar en formato digital la extensísima experiencia que los músicos traen del sistema de orquestas y generar empleo a los inmigrantes o desplazados, integrantes de nuestra orquesta con necesidades de protección, al adquirir un ingreso económico a través de su trabajo”.

La academia “mostrará una vez más que hacer lo que amas, con mucha paciencia y conciencia, logras cosas increíbles; que apostar por lo que te mueve nunca estará mal y que podemos aportar algo al mundo, o al menos a otras personas. Poder servir es servirnos a la par”, dice María Andreyna Chávez.

Hace cuatro años los músicos venezolanos se empezaron a unir a miles de kilómetros de casa, en un país al sur del continente que siempre han conocido, para tocar la música que desde niños se ha convertido en parte importante de sus vidas y la cual les ha costado sacrificio y esfuerzo. Hoy, no se quedan en el escenario y buscan ayudar a quienes, que al igual que ellos, empacaron su instrumento en su maleta y en muchas ocasiones tocan en los subterráneos del metro donde todo empezó.

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