Netflix: Rebecca (2020)

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Una nueva versión de Rebecca (1940) de Alfred Hitchcock llegó a Netflix. En esta ocasión realizada por Ben Wheatley.  Cuenta en los roles principales con Lily James, Arnie Hammer y Kristin Scott Thomas.

Entiendo que  este remake pretende homenajear  a la cinta  original, sin embargo, no lo logra, por el contrario, termina siendo un remedo de la película que en 1940 protagonizó Joan Fontaine y Laurence Olivier.

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Si desconoces la original quizás tu impresión pueda ser distinta, sin embargo, si has visto la de Hitchcock es casi imposible dejar de pensar en ese largometraje al momento de ver esta nueva versión ligera y casi que podría calificarse como sosa.

La película no está mal filmada, por el contrario, su fotografía, escenarios y actuaciones gozan de una corrección que te permite verla hasta el final. No obstante, la cinta es como una foto desenfocada, no logras ver con claridad el sentido que tuvo su realización. Por el contrario, parece totalmente inútil e incluso absurda la idea de gastar dinero en hacer una película que no aporta nuevas luces sobre el tema que plantea la novela original de Daphne du Maurier y tampoco posee una mirada fresca sobre la cinta que obtuvo en su momento varias nominaciones al Óscar.

En esta versión,  la historia de Rebecca, una mujer aparentemente increíble, cuyo fantasma persigue a la joven protagonista (Lily James) luego de casarse con su viudo, no solamente no va más allá de la propuesta de Hitchcock, la resume en una gran cantidad de escenas  que corrompen el espíritu de la original. El suspenso queda reducido a una o varias anécdotas frías sobre el modo en que puede afectarnos nuestros propios pensamientos.

La protagonista desconfía tanto de sí misma que la vieja casa donde va a vivir con su nuevo esposo se convierte en el escenario de sus peores pesadillas. La presencia de la ama de llaves, la señora Danvers (Kristin Scott Thomas) quién mantenía una extraña relación con la desaparecida Rebecca, no la ayuda en nada. Contrariamente genera mucha más tensión en el ambiente enrarecido de Manderley, la propiedad familiar que -en la versión original – parecía tener vida propia.

En el arte de crear suspenso y la forma de exponer los estados de ánimo de los protagonistas no hay quién le gane a Hitchcock. En la Rebecca de 1940 el amor, el odio y el miedo  son tangibles. Te  involucras en las experiencias de la protagonista. En la nueva versión de Netflix todo lo que acontece es excesivamente frío. No hay emoción y eso principalmente es lo que la perjudica.

En esta Rebecca todo pasa sin pena ni gloria, lo que demuestra que más allá de la tecnología y los elementos técnicos, el cine necesita de otras cosas para salir adelante.

La creatividad, la pasión y la inteligencia para proponer ciertos planteamientos no se compran con dinero ni con la llegada de mejores herramientas para hacer  largometrajes.

Esta Rebecca del 2020  prueba que algunas películas de los años cuarenta son mucho más modernas que  aquellas  realizadas en nuestro tiempo.

Luisa Ugueto Liendo

@luisauguetol

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