Casey Affleck protagoniza y dirige este largometraje que utiliza la ciencia ficción para contar una historia conocida que a ratos puede parecer sosa. Sin embargo, termina siendo un paseo por las emociones de los protagonistas, un padre y una hija con un vínculo tan fuerte como estrecho.
Algunas películas no cuentan historias emocionantes con tramas elaboradas y planteamientos sobrecogedores. Sin embargo, ofrecen mucho más que otras con mayores pretensiones narrativas. El cine son imágenes, por lo que algunas veces construir un discurso potente pasa por tener una o dos que generen impacto en las emociones del espectador.
Esto sucede en Luz de mi vida, una cinta que se defiende muy bien a pesar de contar con un argumento que se vuelve reiterativo en el desarrollo de la película.
Este estreno de fin de año no está recomendado para todo público. Si buscas acción o situaciones dramáticas al estilo thriller, Luz de mi vida (Light of my life) no es tu mejor opción. La cinta se asemeja mucho más a un largometraje francés o ruso que a uno del estilo Hollywood.
Recordando vagamente cintas de ciencia ficción como Solaris (1971) y Sacrificio (1986) del director ruso Andrei Tarkosvki, Luz de mi vida, se apoya en un hecho fantástico para recrear la historia de amor de un padre y su hija.
Affleck al igual que el director ruso, elige los silencios, los pequeños diálogos, la fotografía brumosa del bosque, los flashback para contar un relato cuya importancia radica en las emociones que pretende generar y no tanto en las acciones que nos presenta.
En este mundo distópico la humanidad ha sufrido grandes transformaciones. Es por esta razón que un padre debe proteger a su hija de la mirada de los otros y los peligros que la rodean.
Los mundos distópicos están de moda, quizás porque permiten llevar al espectador a situaciones extremas donde es más fácil exponer dilemas que representan las preguntas capitales de la existencia humana.
¿Por qué vives? ¿Qué es lo más importante en tu vida? Al parecer es más fácil plantear esas preguntas en un mundo imaginario que ha colapsado por completo. Cuando hay que sobrevivir aparecen las prioridades.
Sobre relaciones humanas
El amor entre padres e hijos es un cliché. Se supone que está implícito en las relaciones humanas y por ende no existe la necesidad de explicarlo. Sin embargo, es un gran tema para las expresiones artísticas. Aunque no todas exponen con éxito lo que puede representar este vínculo, algunas en lugar de generar empatía y emoción consiguen el efecto contrario. Quizás se deba a que existe una línea muy estrecha entre mostrar los sentimientos de forma legítima y hacerlo con recursos cursis.
Esto parece entenderlo muy bien Affleck, quién hace de este tema el hilo conductor de su película. En Luz de mi vida se narra con inteligencia un amor real sin caer en la melosería.
Casey Affleck (el padre) y Ana Pniowsky (la hija) están en un 99% de las escenas. Ambos demuestran que la única forma en que un actor puede aburrir es que la historia no este suficientemente bien estructurada.
En Luz de mi vida un final abierto llega después de casi dos horas llenas de nada demostrando que una película que podría aburrir, es capaz de dejar una huella, así sea leve, en el espíritu.
Luisa Ugueto Liendo
@Luisauguetol