En la jerga venezolana, Trabuco se le dice a un equipo (normalmente deportivo) que reúne a los mejores en su especialidad, conocidos también, en esa misma onda, como «cuarto bate». Esa metáfora la utilizó Alberto Naranjo en 1977, en medio de las formaciones All Star que se daban en el mundo de la música latina (la Fania por delante) para identificar a un grupo de músicos criollos en una de las más importantes agrupaciones de música popular: El Trabuco venezolano.
El lunes 27 de enero, el equipo se quedó sin mánager. Alberto Naranjo falleció en Caracas a los 78 años, según el periodista Gregorio Montiel Cupello, «afectado de salud, tenía tiempo en silla de ruedas, un problema serio de escaras y problemas económicos».
Autodidacta, comenzó su carrera a los 18 años de edad, gracias al talento heredado de su madre Graciela. Su fascinación por los instrumentos de percusión lo llevó a interesarse en la batería y los timbales, teniendo como fuente de inspiración a Tito Puente, a quien tuvo la suerte de acompañar por una gira años después. Fue así como luego de pertenecer a orquestas como Los Melódicos y la de Pofi Jiménez, entre otras, comenzó a tener éxito con la propia.
En 1977, conformó junto a nombres como los de Gustavo Aranguren, «Nené» Quintero, «El Pavo» Frank, Lorenzo Barriendos y Angelo Pagliucca, entre otros, El Trabuco venezolano, orquesta que marcó la pauta en la música popular venezolana. Esta misma formación, haría que, en 2018, Naranjo recibiera el título de maestro honorario de Unearte y reconocido como Pattrimonio cultural de Venezuela.