Whang-od Oggay, quien se cree tiene 101 años, dio vida a un escenario poco probable en un centro de exhibiciones en la ciudad filipina de Pasay al ofrecer sus servicios de tatuaje a largas colas de fanáticos del arte corporal.
Como Whang-od Oggay nació en un remoto pueblo de montaña y pocos registros dan fe de su fecha exacta de nacimiento, su edad exacta no se conoce oficialmente.
Esta anciana, miembro del grupo étnico Butbut del centro-norte de Luzón, es famosa entre los fanáticos del arte corporal en Filipinas por sus diseños, los materiales que utiliza y sus métodos tradicionales de tatuaje.
Usando un palo de madera y espinas, inyecta tinta natural, una mezcla de agua y carbón, bajo la piel de sus clientes para crear su propio arte basado en las tradiciones de su gente.
La tatuadora cobra 300 pesos ($ 5) por cada diseño de 2,50 centímetros de largo y tiene tanta demanda que las filas se hacen casi eternas.
Para los que no consigan tatuarse de mano de Whang-od Oggay durante esta convención de tatuajes, la única otra opción que les queda es conducir 10 horas hacia el norte desde Manila hasta su pueblo en la provincia de Kalinga, un viaje que sus clientes suelen comenzar un viernes por la noche ya que a menudo uno debe esperar hasta el domingo para que llegue su turno tras una decena de fanáticos del arte corporal.
Embarcarse en una aventura así no disuade a los que realmente admiran a esta mujer, quien según informes recibe un mínimo de ocho clientes al día durante toda la semana y alguno más los fines de semana.
El arte del tatuar de Whang-od y su base de admiradores demuestran que algunas tradiciones, a pesar del tiempo, nunca pasan de moda.
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