Uno de los sabios a los que el mundo no quiere oír

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Estimo cada vez más y reconozco con afecto el mérito de la causa ambientalista que alientan en el mundo unos pocos sabios a los que la codicia y la estupidez humanas se niegan a oír. Uno de ellos es el doctor Manuel Rodríguez Becerra, de 71 años de edad, exministro colombiano del Medio Ambiente y amparo y defensa de la sabiduría académica colombiana (su cuenta en Twitter es @manuel_rodb ).

La destrucción progresiva e irreparable de la Tierra es algo que cada uno de nosotros normalmente hemos percibido –y contribuido a causar– con la boca cerrada a lo largo de nuestra existencia. En lo que a mí respecta, la Colombia cundida de vida natural y fuentes de agua abundantes y copiosas, que conocí en mi infancia y durante mi vida sin cansancio de reportero en los años 70, 80 y 90, hoy es una maraña de ríos muertos o envenenados y selvas y bosques devastados. De ciudades tapadas por atmósferas espesas del color del carbón, incluso en los días más soleados. De muladares y basurales inmanejables.

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          En esos tiempos alguna vez leí un escrito breve y sabio en el que la periodista “Lady Bird” Taylor Johnson, dijo: “La tierra es donde todos nos encontramos, donde todos tenemos un interés mutuo, es lo único que compartimos”. Ella también fue profesora, activista política, empresaria y Primera Dama de los EE.UU., pues fue la esposa de Lyndon B. Johson, sucesor de John F. Kennedy.

“Lady Bird” defendió el patrimonio natural en su país de manera ardiente y llena de pasión. Pero sin mucho éxito, menos todavía con las posturas de hoy del presidente Donald Trump, quien antepuso la codicia y el lucro por encima de la posibilidad de preservar la vida humana en este pequeño planeta que podemos destruir sin mayor dificultad, pero del cual nos es imposible salir a respirar aire fresco.

La lista de los 10 países más contaminadores de la Tierra –tres son americanos– es, más o menos, esta:

  1. Brasil, por la destrucción desenfrenada de la selva amazónica (el gran pulmón del mundo) y la búsqueda y extracción de petróleo que ha aniquilado a millones de especies.
  2. Estados Unidos, por el envenenamiento del medio amiente con su descomunal industrialización, la fertilización tóxica de sus campos y la industria ganadera que lanzan todos ellos a la atmosfera millones de emisiones de CO2. A esto se une el saboteo a los tratados internacionales que pretenden preservar algo del medio ambiente que todavía existe.
  3. China, por su sobrepoblación, su industria y la producción de energía con carbón, uno de los peores contaminantes. Casi la totalidad de sus ríos y otras fuentes de agua son en algún grado sucios y pestilentes.
  4.  Indonseia, porque simplemente se debate entre el hacinamiento humano y la deforestación desaforados.
  5. Japón, por las fugas radiactivas que proceden de sus inseguras centrales nucleares, principales generadoras de electricidad. En algunos lugares afectados por el reciente desastre de la central de Fukushima, es mortal para un ser vivo permanecer solamente 40 minutos expuesto a la radiación que perdura allí, como lo ha reconocido su propietaria, la Compañía Eléctrica de Tokio. A esto se suma la sobreexplotación de los recursos naturales y el consumismo descomunal.
  6.  México, por negarse a hacer parte de los convenios internacionales para la preservación de especies amenazadas, la contaminación desmesurada de su atmósfera, la sobreexplotación irracional de sus recursos y la proliferación de basuras que, como en la Ciudad de México, con 18 millones de habitantes, nadie sabe qué hacer con ellas.
  7. India, porque es el lugar del mundo en donde existe mayor contaminación de las aguas, como consecuencia del uso irracional de fertilizantes y prácticas humanas insalvables porque muchas de ellas suelen ser de tipo religioso.
  8. Rusia, porque en su afán de mantener a cualquier precio un liderazgo mundial incierto, mantiene emisiones nucleares y gigantescas emisiones descontroladas de CO2. Al mismo tiempo, son escasas sus fuentes de agua potable.
  9. Australia, por haber arrasado casi la totalidad de sus bosques nativos, los que eran habitados por una biodiversidad casi extinta, y ha llevado la contaminación marina de su territorio a niveles insospechados en este mundo de por sí depredado.
  10. Perú, por su escandalosa devastación de la selva amazónica, la que está arrasando pueblos indígenas enteros, y la sobreexplotación minera.

La mano del hombre, cada vez más diestra, fuerte e irracional para reducir a pedazos y cenizas las riquezas y las bondades de la Tierra –generalmente en nombre de innumerables dioses inventados para recibir permiso de ellos– ha llevado al planeta a la orilla de un abismo por el que la primera que caerá a botes –ya está cayendo– será la propia especie humana. La atmósfera se está calentando y pronto le ocurrirá al hombre como a las ranas que –dice una leyenda– se dejan morir de manera apacible y estúpida cuando las ponen en un recipiente de agua fría que se va calentando lentamente hasta la ebullición.

Los niveles del mar están aumentando, las sequías cada vez son más largas y calientes, los ecosistemas son destruidos con un afán de riqueza irreversible que valora más un diamante que una flor; todas las especies van hacia la extinción por la destrucción de los hábitat, las enfermedades comienzan a cundir como en la Edad Media y la alteración de las temperaturas traen tormentas cada vez más asesinas.

Todo este tipo de llamados de atención los lanzan en distintas partes del mundo, cada vez con mayor frecuencia y razones científicas, quienes poseen la sabiduría y autoridad del colombiano Manuel Rodríguez Becerra, quien libra por estos días una batalla descomunal en defensa de la reserva forestal de la Sabana de Bogotá demarcada por sabio el holandés Thomas Van der Hammen (botánico, geólogo, micólogo, paleontólogo y arqueólogo) y declarada como tal por el ministerio del Medio Ambiente. El alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, quien ostenta un doctorado francés en urbanismo probadamente falso y mide el progreso y la calidad de la vida en metros cúbicos de concreto y millones de dólares de utilidades, está empeñado en arrasarla, basado en conceptos de bancos y empresas constructoras que pretenden destrozar –con sumas y restas financieras– el valor natural extraordinario de uno de los últimos santuarios bogotanos de esta especie, en el estudio del cuan Van der Hammen entregó un gran trecho de su reconocida vida científica.

Manuel Rodríguez Becerra recorre la geografía colombiana con la vocación de un guardabosque y trata de salvar, en la medida de sus fuerzas, lo que aún queda de este mundo cada vez más colmado de humo y desolación. El pasado 2 de septiembre, caminaba por la Costa Norte y al pasar por la tierra de Cien Años de Soledad, me escribió por WhatsApp:

“Gonzalo: hoy visité la desembocadura del río Aracataca, en la Ciénaga Grande de Santa Marta. Ya no existe. Es otro capítulo de El Río que se Robaron [mi documental sobre el río Ranchería, literal y totalmente sustraído por el gobierno, la mafia y una minera del carbón]”.

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